El concepto de limpieza y conservación de tapices es algo desconocido, lo que resulta una incongruencia en la cotidianidad de nuestro entorno por nuestra relación con las telas y alfombras. Con este escrito pretendo aclarar conceptos básicos y desterrar ideas que mantienen que la conservación y mantenimiento de tapices artísticos es complicada y difícil por el polvo y la suciedad que puede instalarse entre la urdimbre y el entramado de los hilos.
Es cierto, que el tiempo y la luz son corrosivos, pero para esto habrá que pasar muchos años. También le sucede a la pintura, y nadie se lo plantea.
Partiendo de que un tapiz es un tejido incluso tratándose de una obra moderna, ésta no deja de ser un producto textil aunque más complicado, ya que normalmente se mezclan diferentes técnicas y fibras que identifican heterogéneas producciones.
Con esto quiero decir que el uso de la aspiradora y los productos para limpiar tejidos en seco, como medio en casa sería una primera opción y, en caso extremo, los establecimientos especializados en limpieza de textiles serían también un recurso.
Claro está, me estoy refiriendo a tapices artísticos en los que cada una de las técnicas que se manejan en su confección, estén realizadas con extremo dominio de ellas, además de estar confeccionados con fibras que garanticen la calidad de su materia y tintadas, con el añadido de que mezclar técnicas y materiales distintos como requiere normalmente una obra textil contemporánea supone un conocimiento extraordinario de sus fusiones por parte del artista. En conclusión, un tapiz bien confeccionado y de buena factura debe incluir en su realización la garantía de facilitar su mantenimiento y limpieza.