Uno de los asuntos que me ha preocupado desde la concepción de la realización de mis primeros tapices ha sido el de que la obra textil por lo general, se ve como una pieza difícil de colocar en los espacios modernos, por una parte por su dimensión,  por otra por su sistema de cuelgue y también porque la materia textil en sí, tiene un potencial explícito que le hace difícil conjuntarla con otras obras de arte que decoran las estancias como la pintura, dibujos, grabados, etc…

Este fenómeno es algo que lo he tenido muy presente y que he ido trabajando hasta encontrar una solución que respete el tejido y pueda ser una obra factible de colgar en cualquier lugar dándole un toque especial a las colecciones artísticas que se muestran en la casa, despacho, empresa o cualquier hábitat que se desee personalizar.

Formato

En cuanto al formato, pienso que la obra textil en general es tan susceptible a la forma, tamaño o modo de presentación como la pintura y la escultura; como la música al tiempo o la arquitectura al espacio y el volumen. Que una obra de arte, se ajuste a determinado tamaño  o forma, dependerá del sentido y el dominio que sobre el formato tenga el artista.

Sobre el cuelgue y enmarcaje de la obra textil

En referencia al cuelgue de una obra textil, cada obra requiere un tratamiento específico, obedecerá a cómo se quiera presentar. Entre las más usuales, destaco:

  • Sin enmarcaje alguno, colgando de su urdimbre o del borde de la misma tela.
  •  Reservándola con listones por los lados en los  que se quiera retener la tela o protegerla.
  • Enmarcada totalmente, como si se tratara de una pintura, en cuyo caso corre el riesgo de asfixiar la materia que integra el tejido, aunque en ocasiones puede ser coherente con la idea y concepto de la obra.